Bolívar

Y tú... ¿por qué observas aves?

En la nota de noviembre, le cedemos la palabra a Rafael Calderón-Parra, un colega mexicano que nos invita a reflexionar acerca de la observación de aves, la competencia que esta puede generar, y lo que hace a un buen pajarero.

Una de las preguntas más frecuentes cuando se conocen dos observadores de aves o “pajareros” (como se les llama más coloquialmente en la actualidad) es: ¿cómo empezó tu gusto por la observación de aves? Las respuestas suelen ser muy variadas y es muy interesante saber el origen que los llevó a volverse apasionados de este pasatiempo, pues ayuda a entender qué es lo que les causa placer al realizarlo y cuál es la motivación detrás de ello.

Entonces surge la pregunta ¿qué se necesita para ser el mejor observador de aves? Esto resulta un tanto complicado para responder, pues primero habría que definir lo que es un buen observador de aves. Aunque el concepto es claramente subjetivo, en mi opinión, el enfoque más adecuado se deriva de la manera en que se desarrolla la actividad y el impacto que resulta de ello. Con este enfoque, un buen observador de aves sería aquel que procura no realizar ninguna acción que pueda tener consecuencias negativas en las aves o en el hábitat del cual dependen, un ejemplo sería no molestarlas cuando se encuentran en sus nidos o provocar incendios que acaben con su hábitat. Es más, un buen pajarero procura realizar acciones que puedan tener un impacto positivo, como mantener a sus gatos dentro de casa para que no depreden aves (ésta es la causa número uno en muertes de aves en América del Norte) o plantar especies nativas que puedan proveer de comida o refugio a las aves. De acuerdo a esta óptica, para ser un buen pajarero no tiene nada que ver cuántas especies haya en su lista, ya que esto último depende más del tiempo y recursos disponibles que tenga cada persona para poder destinarlo a la actividad.

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